¡Cabello
natural!¡Qué horror!
Muy a menudo, sobre
todo las féminas, admiramos ese cabello brillante, natural, sano y
hermoso de los niñ@s o esas melenas impresionantes que lucen algunos
nativ@s de comunidades indígenas.
Es curioso como esta
cabellera no es mostrada como ejemplo
en las propagandas de los diversos productos capilares (champús,
tintes, suavizantes...).
Evidentemente, no interesa mostrar la
magnificencia de un cabello que no necesita nada para estar así de
magnífico (nada más que su Naturaleza misma). En las propagandas
nos muestran melenas recién pintadas, recién cortadas y recién
tratadas... ¿cuál es el mérito?
Nos apresuramos en
conseguir esos efectos pintando nuestro cabello y nos encanta ver
nuestro pelo brillante... pero ¿es, a caso, el pelo lo que brilla?
Cuando pintamos una pared ¿es la pared la que brilla? … me temo
que lo que brilla es la pintura, el tinte, pero no el pelo, ni la
pared.
Nuestro cabello
permanece preso debajo de la pintura. Apagado, escondido y castigado.
Cuánto más lo pintamos, más necesidad tiene de ser pintado porque,
obviamente, más lo estropeamos... y nos resulta cada vez más un
horror la idea de mostrarlo tal cual.
Andamos pendientes de
nuestro “look” aplicando nuestra creatividad en “esconder”,
en lugar de potenciar nuestra propia sana naturaleza que, por
definición, será bella ...pero, claro, ésto último no resultaría
tan rentable para según qué Industria. La propaganda ya se
encargará de hacer “natural” aquello que servirá para esconder
“tu naturaleza” a favor de sus bolsillos. ¿Qué más da? El
resultado será magnífico y lucirás una melena de escándalo capaz
de deslumbrar cual espejo al sol...“¡Qué sano e impecable!”...
bueno, lo impecable es la “pintura recién
puesta”... el cabello... habría que verlo!
En fin, es muy fácil
mediante la propaganda conseguir connotaciones negativas respecto a
“lo natural”. En general, pasa en todos los ámbitos porque “lo
natural” no es rentable, lo natural te lo da la Naturaleza y
eso... no interesa.
En el caso que nos
ocupa, siempre nos mostrarán melenas naturales cual estropajos de WC
o melenas canosas que impliquen dejadez, depresión, fealdad,
enfermedad... y es algo que “se graba” en el subconsciente más
de lo que nos pensamos.
Por mi experiencia,
cuando decidí dejar mis canas lucir altivas y dignas no fue,
digamos, aceptado a la primera... y digo “a la primera” porque me fue preciso demostrar,
con el paso del tiempo, los efectos beneficiosos
de otra manera de ver y vivir la vida. Re-inventarse es algo que todo
el mundo pregona y muy pocos consiguen...nos re-inventa el Mercado,
atreverse a pensar fuera de él no es nada fácil...es casi como
pretender pensar fuera del “Mundo”.
La atención a mi propio cuerpo es la atención a mí misma, de una forma integral y holística. No hay distancia alguna entre mi cuerpo y yo. No hay partes, sólo yo. Una singularidad. La salud espiritual
(que también será física, incluso aunque lidiemos con alguna
enfermedad) es la que proporciona armonía, que es belleza. Mi
atención no va, pues, dirigida a mi cabello, va dirigida a dejarme
mimar por la Naturaleza tal como yo la mimo a ella cuando la admiro,
cuando la respeto, cuando me dejo susurrar por ella. Eso hago cuando lavo mi cabello con mi propio champú casero de hierbas... no lo cuido, me cuido.
No estoy pendiente de
mi cabello, ni de sus puntas, ni de sus canas, ni de mis arrugas, ni
de mi piel... estoy alerta de mí misma en todo lo que me rodea. Lo cual
no significa dejadez, ni desinterés, ni falta de creatividad
respecto a mi apariencia... muy al contrario, la percepción de mí
misma se vuelve clara y precisa, así como las carencias y las necesidades. La apariencia se vuelve plena y con sentido como todo a mi alrededor. La apariencia ya no está hueca.
Un día te miras al
espejo y el reflejo te devuelve algo inesperado... a riesgo de
parecer un eslógan barato... nunca has estado mejor...
Dejar de estar tan pendientes de nuestra apariencia no es pregonar la dejadez o condenar una posible sana coquetería, es, tan sólo, no hacerla un fin. Cuando te olvidas del “performance”..
empieza la revolución. Distraernos en la inminente raíz que
precisará de nuevo (y de nuevo y de nuevo y de nuevo...) la
imperante y precisa mano de pintura. Distraernos en la próxima punta
abierta o en la próxima cana. Distraernos en la próxima arruga.
Distraernos en la próxima mancha... ¿Cuánto dejamos de ver al
distraernos tanto en la belleza de Mercado? Nos vemos bellos si
coincidimos con ella pagando el precio de nuestra propia belleza que
ni siquiera podemos ver, por distraídos.
Nuestra apariencia va
más allá de nuestra continua atención y manipulación sobre
ella... es un reflejo de nuestro ser. Es un reflejo de todo lo que
hacemos o dejamos de hacer, es un reflejo de nuestro intercambio con
el exterior, nuestras experiencias, emociones y pensamientos , de
nuestras batallas y descansos, de lo que respiramos y no respiramos,
de lo que vibramos, de lo que comemos y no comemos, de lo que bebemos
y no bebemos. Nuestra apariencia es el reflejo de continuas
transformaciones y de la Salud que mantengamos en ellas. ¿Qué es cuidarse entonces? ¿a qué debemos
atender si queremos incidir en nuestra apariencia? ... ¿pretendemos
arreglarlo con unas eternas manos de pintura?...y ¿soy yo la dejada?
Quizá no sea tanto querer incidir en nuestra apariencia, cuanto
hacer de ella nuestro propio Ser o hacer de nuestro Ser la apariencia. No es lo mismo vivir para aparentar que vivir la percepción de tí mismo en el reflejo del Mundo... ese es el reto creativo.
¿Te atreves a hacer tu
propio champú? Un champú casero de hierbas puede proporcionarte todo lo que precisa la belleza de tu pelo.
En mi caso, por las tonalidades de mi cabello (como se ve en las fotos) me sirvo de una infusión de Romero, de la Salvia, de
Té negro y de Cola de caballo en unos dos litros de agua. Estas
hierbas, además de tener propiedades fabulosas para el cabello (y
cuero cabelludo), favorecen y potencian las tonalidades oscuras y
cobrizas propias ya de mi cabello. No esconden las canas pero las cuida aportándoles brillo y
reflejo.
Una vez tengo la
infusión, colándolo muy bien con ayuda de un paño para evitar restos que después podrían quedar en el pelo, añado la esencia de una penca de Aloe Vera (del mismo modo
que al hacer la Crema hidrante casera). El poder re-generativo celular de la
Aloe va a favorecer la salud del pelo al máximo, sobretodo en las
puntas. Lo fortalece y evita que se quiebre o se abra. Ideal si nos
gusta el cabello largo o no queremos estar tan pendientes de
“podarlo” continuamente... (¡qué fijación hoy día!).
Sanear el pelo no es
cortarlo, es estar sano. Tener un pelo sano no significa
tener un pelo podado a cada instante... sin embargo, aquí tenemos un
claro ejemplo de cómo nuestra forma de vida implica un pelo in-sano
y el hecho de eliminarlo (podarlo) es lo que entendemos por sanearlo,
ya que se elimina la parte del pelo que adquiere más tiempo (más
experiencia), es decir, su longitud. Con el paso del tiempo y
nuestras prácticas irracionales y artificiales de “cuido”, añadido a la contaminación de los elementos y nuestra forma de vida que nos agrede, pelo
largo es igual a pelo enfermo. Es curioso como en nuestro sistema,
cuidarse el pelo es enfermarlo tintándolo y aplicándole toda clase
de productos químicos que te quieran vender, para después andar cortándolo
continuamente a causa de esta misma agresión. Paradógicamente, a
eso lo llamamos higiene y cuidarse. Si no participas de semejantes prácticas estándards, te conviertes en el estádard de la "dejadez".
Una vez tenemos la
infusión con el aloe, añado un cuarto de jabón líquido neutro y
natural (para poder aplicar con espuma), un pelín de lisolicitina de
soja para emulsionar y una proporción de goma Xantana para espesar. Pasamos por la batidora y ya lo tienes.
Si dispones de Saponaria, incluso puedes ahorrarte añadir la parte
de jabón líquido para poder obtener un champú 100% vegetal (el inconveniente es la carencia de espuma que a día de hoy no he podido resolver...¿alguna sugerencia?).
Si untamos en el cabello húmedo después del lavado algo de nuestra crema casera, incidiendo
en las puntas e, incluso, un pelín de aceite de jojoba... en fin,
el resultado es magnífico. Ningún tinte o técnica podrá jamás
igualar la cantidad de matices que revela un cabello sano y natural.
No es un pelo de anuncio, ni pretende espectacularidad, sin embargo,
yo puedo decir que lo que brilla es mi cabello... no es más que el reflejo de mi Salud.
Podemos disfrutar de un
cabello sano, cuidado y brillante dentro de una natural belleza. La
belleza, claro está, de un cabello canoso y con sus años, como es
este mi caso... pero, ¿por qué carajo debería pretender otra
cosa?