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martes, 19 de marzo de 2013

El Toro... símbolo de la Vergüenza ajena


El Toro... símbolo de la Vergüenza ajena


Y es que, parece ser, tenemos arte para hacer de la soberbia ridícula algo serio y riguroso. Vemos cómo insignes y distinguid@s hombres y mujeres, políticamente correct@s y obedeciendo a las formas que marca el marketing político, aparentando relevancia personal, verborrea aprendida e intelectualismo barato, juegan a ser “políticos”... 
cuando no son más que juglares y títeres a sueldo de nuestro sudor y en manos de una agenda política transnacional vendida al mejor postor. Y así es “nuestra política”, cada vez más corrupta, cada vez más desacreditada, cada vez más sádica, tecnócrata y autoritaria.. una auténtica payasada...
Con esta guisa, debaten y debaten toda suerte de Suerte. Así nos va a los ciudadanos. Pero no sólo eso, discuten y deciden, también, sobre el derecho a la vida de todo ser vivo que no sea humano. Con delirios de grandeza nos creemos Dioses... y así nos va, claro. 
De la mimas forma, parece ser, tenemos arte para hacer de la soberbia ridícula, un héroe del Verdugo.


Sólo hay un fondo en todo esto, hablemos claro: Dinero y Poder. Muy pocos son realmente conscientes de la ingente cantidad de dinero que mueve la llamada vergonzante “Fiesta Nacional”... cuando atisbamos hasta dónde llega todo este “imperio taurino”, nos damos cuenta que más de un@ de ell@s vendería hasta su propia madre si fuese necesario.
Pero no todo está perdido (nunca). Hace nada entró en nuestro país la ley que pretende regular la utilización de animales en la experimentación. Se nos hace menester que hombres y mujeres, políticamente correct@s, obedeciendo a las formas que marca el marketing legislativo, aparentando relevancia personal, verborrea aprendida e intelectualismo barato, establezcan códigos legales que deberán ser discutidos y sopesados por insignes y distinguid@s hombres y mujeres seri@s y políticamente correct@s. Necesitamos todo eso para “ser humanos” o, mejor dicho, para ser “humanitarios”. Estamos, pues,  de “enhorabuena” y ya tenemos “leyes humanas” que protegen a los animales no-humanos de la atrocidad y la tortura gratuita de la experimentación... algo es algo... cómo no (hay que ser optimistas y agradecid@s!).

Un@ no puede dejar de extrañarse cómo puede ser que salgan leyes reconociendo la ilegitimidad de la tortura para unos casos y sigan las Corridas y otros divertimentos a costa del sufrimiento y la tortura. No hay nada extraño. La regulación de la utilización animal para la experimentación no va a afectar al negocio que los utiliza porque éstos se adaptarán a las alternativas éticas e, incluso, podrían ganar clientes que antes rechazaban sus productos. Resulta altamente patético que tengamos que adaptarnos a procedimientos éticos sólo cuando la Ley nos obliga. Resulta altamente patético que no seamos éticos por defecto.
Sin embargo, algo tan evidentemente inmoral e ilegítimo como utilizar la tortura para divertirnos (ni para nada),de la misma forma que son ilegales las peleas de gallos o de perros, todavía siguen vigentes y lícitas en las corridas y similares. Siguen toda suerte de festejos crueles e indignantes. No hay nada extraño en ello... la razón del absurdo se encuentra, como siempre, en el Dinero y el Poder. Cuando la Razón se imponga, tarde o temprano, y la “Fiesta” caiga, aquí no hay alternativa... caerá consigo el gran Imperio que lleva detrás. Por supuesto, semejante augurio es también temido por los que llenan sus panzas y sus arcas a costa de semejante in-humanidad. Moverán sus hilos y sus artimañas, sus influencias y sus estrategias, su poder y su dinero, para evitar, a toda costa, semejante desenlace. No es nada extraño, pues, que sigan los “Ruedos rodando” a pesar de haber leyes ya que están regulando la tortura animal en la experimentación.
Pero ya reza el dicho “si ves las barbas del vecino cortar...” ¿Será por ello que se están moviendo ahora, con presteza, urgencia y maña para conseguir "La declaración del toro como bien de interés cultural en Catalunya"? (tiene gracia como llaman aquí al Dinero que mueve el Imperio taurino). Qué duda cabe que tal declaración podría suponer un muy buen escudo para “lidiar” con posibles leyes protectoras que amenacen el negocio y el Imperio de la “fiesta del Verdugo”.


Pero, en fin, mientras el Circo Humano, políticamente correcto, sigue su curso ...
siempre habrán Humanos que otorgan algo de significado a la palabra “Humano”.  ¿Necesitamos leyes para ser, simplemente, "humanos"?
 
Os invito a participar de la humanidad, tal cual,  de Christophe Thomas

Si atendéis a sus palabras llanas y vivenciales, auténticas, sin peluquerías, ni pedicuras, ni corbatas de marketing ... podemos hallar en ellas un testimonio desde la Inocencia de un niño que una vez se hizo una promesa. Nos hace ver cómo la realidad (falsa) de un Toro Bravo se velve rumiante y mansa como la del perro más fiel. Cómo aquéllos mismos que saltan eufóricos con la tortura del toro pidiendo su muerte, se horrorizarían, quizás, si fuese "su perro" quien "corriese esa suerte".

No hay nada, también, más humano que el arrepentimiento;

Jorge Ross, torero arrepentido
Hay que estar mentalmente enfermo o ser el lógico engendro de una ignorancia tenebrosa para disfrutar con la práctica de la crueldad; pero utilizar el instrumento de la retórica para que esa práctica perdure, convertida en un derecho humano, es el acto demoníaco por excelencia.Este acto llamado “rasgo cultural” es una barbaridad… que dolor más grande y sufrimiento injusto deben sentir los toros antes de morir y cómo la gente puede disfrutar de estos espectáculos de maltrato animal, que sólo sirven para un desorientado entretenimiento (in)humano.Realmente tengo la esperanza que este tipo de actos se terminen extinguiendo al igual que en su tiempo fueron, las luchas de gladiadores.
 
Ex torero “Chiquilin”
«Ahora no puedo ver un descabello y vuelvo la cara. Los animales sufren y le duelen las cosas. Los toros te miran y tienen cara de buena gente». ¿Hoy sería capaz de matar a un toro? «Ahora no. Tengo piedad de ellos». «Una vez me dio cosa matar a uno, por que el animalito era muy bueno. Me tenía en el suelo, me miró y no me quiso hacer nada». ¿Y esas cosas pasan? «A mí me pasó. Me miró y me dijo: «¿Qué hago? ¿Te mato?». «Yo he visto a toros llorar. El toro siente y, a la vejez, me ha dado sentimiento de los toros. Tengo una perra desde hace ocho años y me ha hecho cambiar con los animales. Yo, que he ido de cacería todos los días durante mucho tiempo, ahora soy incapaz de matar una mosca. El otro día un grillo me dio la guerra toda la noche, hasta que me levanté y lo encontré en la maceta. Lo miré y lo solté. Increible. Me ha pasado algo muy raro».

EMILIO SORIANO director del Colegio Público Antonio Díaz.
Me aficioné a los toros, siendo un niño, a través de la televisión. Entonces eran frecuentes las retrasmisiones de corridas, amenizadas por la magistral locución y erudición del inigualable maestro Matías Prat. En mi memoria quedaron los nombres y las faenas de los diestros Diego Puerta, Paco Camino, El Viti, Ordóñez, Palomo Linares, Curro Romero, El Cordobés, etc. He disfrutado con la belleza y el arte de una buena faena cuando el toro entra y el torero está acertado. A las plazas de toros fui en contadas ocasiones por razones económicas. Las últimas corridas las presencié en el coso de La Condomina: fueron festivales organizados a favor de la Asociación Española Contra el Cáncer.Llegó un momento en que decidí no ir más a la fiesta porque dejé de disfrutarla: cuestionado por el rechazo que mis hijos manifestaban hacia las corridas comencé a poner mi atención en el toro, en detrimento del buen hacer del torero. Paulatinamente fui tomando conciencia de que allí había un pobre animal que sufría terribles daños físicos para que nosotros nos divirtiésemos; sufrimiento que empieza en los chiqueros y culmina con una muerte atroz. (El profesor Salvador Hidalgo explicaba con detalle en su artículo ‘La vergüenza nacional’, publicado en estas mismas páginas, la tortura que se infringe al toro en cada lance de la corrida). Fui percibiendo lo bárbaro que es este festejo, y comencé a preguntarme cómo podíamos permanecer impasibles ante la brutal suerte de picadores, levantarnos alborozados de los asientos, aplaudiendo efusivamente, cuando un banderillero ensartaba al toro con puñales multicolores, cómo se podía jalear al maestro, por mucha belleza que tenga el toreo al natural, cuando incitaba con el capote a un animal agotado que no dejaba de manar sangre, o presenciar el sadismo de los pinchazos, estocada y descabello. Me interrogaba por qué toda la plaza saltaba alborozada ante tamaño sufrimiento; la contemplación del arte torero en una buena faena que exulta al espectador es la explicación. Pero ¿y el toro? ¿por qué no vemos el martirio que está padeciendo? La justificación que encontré fue que durante la corrida, inconscientemente, ‘cosificamos’ al animal, por esto no percibimos su dolor. Sólo interesa su bravura, y que entre al engaño del maestro para que pueda sacar a relucir lo mejor de su repertorio.Pero no podemos negar la realidad, asistimos al suplicio de un noble animal para divertimento nuestro. La apelación a que el toro ha nacido para morir en la plaza es una idea pretenciosa; si él pudiese elegir sabiendo lo que le espera en la lidia, no iría. No es razón argumentar que si las corridas desaparecieran descendería sensiblemente el número de toros nacidos, mejor así que someterlos a la crueldad de su destino final. Tampoco es válida la justificación del riesgo que asume el diestro de perder la vida en un combate de igual a igual, porque no lo es, y porque él elige libremente el peligro. Esgrimir que los quince minutos que permanece el toro en el ruedo es el precio a pagar por la privilegiada vida que se le proporciona en la dehesa, sonroja. El hecho de que hay mucho dinero y puestos de trabajo alrededor de las corridas, con ser cierto, no puede justificar la tortura a un animal por muy bravo que sea. Defender las corridas apelando al pensamiento de insignes filósofos humanistas, o al doctor Martin Luther King, defensor de los derechos humanos para toda raza y condición social es, cuando menos, una broma de mal gusto. Acudir a la tradición tampoco las justifica, las culturas cambian con el paso del tiempo dejando atrás prácticas reprobables. Algunos países ya han erradicado las corridas, otros ha suprimido la caza del zorro, las peleas entre animales, etc.Recientemente, con el fin de proteger la fiesta de los toros se han tomado decisiones políticas, algo precipitadas, declarándola Bien de Interés Cultural en algunas comunidades autónomas. Es cierto que en torno a ella se ha creado una cultura específica que se manifiesta en el vestuario, bordados, vocabulario, música, pintura, literatura, escultura… Sin embargo, es difícil defender como bien cultural un festejo que requiere el sufrimiento gratuito de un animal para que un profesional pueda demostrar su arte.Amable lector, no pertenezco a ningún colectivo antitaurino, pero creo necesaria una reflexión desapasionada de la cuestión. Este artículo es una aportación más al debate público que actualmente hay abierto en nuestro país. Vivimos en una sociedad cada vez más civilizada y garante del derecho de los animales, lo que implica no someterlos a sufrimientos innecesarios para esparcimiento nuestro.

Alvaro Múnera ex torero
No creo que en aquella época de equivocadas decisiones cuando hice parte del mundo taurino estuviese mentalmente enfermo, pero de lo que estoy absolutamente convencido es que sí era el lógico engendro de una ignorancia tenebrosa. Sabemos que para justificar su afición por las corridas, de retórica se arman hasta los dientes los amantes del coliseo romano moderno, le cuelgan a ese rito de sangre y muerte toda clase de arandelas, lentejuelas, labia pomposa y pasodobles, cuando la realidad de la mal llamada “fiesta” es clavar, clavar y enterrar hasta matar, cuanto elemento corto punzante se tenga a la mano en el cuerpo del inoncente animal, tan sensible al miedo y al dolor como usted, como su perro o como yo.


Miguel Angel Martinez ex aficionado , ahora coordinador de reportes de crueldad contra fauna doméstica
Antes de comenzar debo presentarme pues al decidir escribir sobre toros, es por que se perfectamente lo que digo. Fui aficionado a los toros desde los 10 años. Trabajé en una ganadería de toros bravos por 7 años. Participé de todas las labores que implica un lugar como éste. Colaboré directamente con los matadores de toros y rejoneadores, con subalternos, picadores y empresarios taurinos. Conozco bien este mundillo de la tauromaquia. Yo, que trabajé años para una ganadería, que estuve presente en los traslados a la plaza de toros, que vi lo que ocurre tras bambalinas, puedo, con conocimiento de causa, dar mi testimonio.
Una de las principales excusas para continuar con las corridas de toros es que algunos las consideran arte. Arte a costa del sufrimiento y maltrato que sufren los toros desde los primeros días de nacidos.
Cuando el toro nace, es separado de su madre a las pocas semamas. Las crías son encorraladas y alimentadas con anabólicos y esteroides para que se vuelvan más musculosos y así puedan cumplir con la presencia (características físicas) que exigen en las plazas donde se lidearán y morirán.
Son resgistrados con el escudo o emblema de la ganadería a la que pertenecen. Se les asigna cuando nacen un número que es de hasta 3 dígitos. Todos estos datos son registrados en un libro. Estos datos, son que llevarán durante su corta vida. Pero no crean que se les cuelga una placa…se les marcan los cuartos traseros con hierros al rojo vivo que se calientan en fogatas. Como menciono, tienen el hierro de la ganadería más el número que los distingue, que es hasta de 3 dígitos. Lo que ocurre es que se les marca (quema) por lo menos 4 veces, ¡con los hierros casi a punto de fundirse! No hay anestesia ni tranquilizante que mitigue el dolor de quien en ese momento, es apenás un animal de algunos meses de nacido. Los becerros literalmente, se retuercen de dolor. Pero no todo es malo según los ganaderos hasta les ponen sus polvitos para que cicatrice más rápido . Las quemaduras son de tercer grado, de otra forma el marcaje no se distinguiría a lo lejos.
De forma que así es como inicia el de esta tradición. ¿Qué les parece?


1 comentario:

  1. Veig que al final vas trobar lo de l'ex-torero. Ho sento molt, se m'havia oblidat fins que he vist l'escrit. M'encanta la teva pàgina. Un petó, preciosa

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