Habló
la tele y “el escarabajo” de nosotr@s
y salió la pregunta;¿comerías carne ecológica?
y salió la pregunta;¿comerías carne ecológica?
No podemos quejarnos de los avances paulatinos que el veganismo está
teniendo en este país. Por un lado, no dejan de salir noticias
desfavorables que tratan sobre los efectos perjudiciales por consumo
de carne industrial u otros escándalos y, por el otro, se detecta,
cada vez más, un cierto cuestionamiento sobre los procedimientos de
la industria alimentaria en toda su gama. Un cuestionamiento que
desemboca en la duda y en la desconfianza. Ante esta situación,
muchas personas están empezando a investigar alternativas posibles
y, por ello, el sector alimentario de productos biológicos o
ecológicos está experimentando un continuo incremento de demanda.
Lento pero constante. Este hecho ya es visible y notorio en otros
países de Europa hace ya unos años. Aquí, apenas estamos
empezando.
Esta ventaja se manifiesta claramente en el hecho de que aquí, al
margen de los productos de huerta (y alguna muy escasa ganadería,
por no decir, ninguna) no disponemos de productos ecológicos
(limpieza, higiene, cosmética...). Todo es importado (principalmente
de Alemania, Inglaterra, Países Bajos...) y nos llega a través de
distribuidores minoritarios. Pero no desesperemos. Hace tan sólo
unos años... ni eso. Hace tan sólo unos años, ser consumidor de
productos ecológicos o ser vegan@ era una auténtica odisea.
Y, por fin, habló la tele y "el Escarabajo" de nosotr@s...y si
hoy aquí, la gran mayoría no tiene ni idea de lo que estás hablando
cuando declaras “soy vegan@”, quién sabe si de aquí pocos años
nos pongamos un poco al día en esta cuestión.
Como vemos, tanto el enfoque de las campañas informativas que dejan
al descubierto las barbaridades y los delitos impunes contra la salud
pública que comete la industria fármaco-alimentaria (Food Inc), como las campañas de activismo vegano o animalista sobre la crueldad, la tortura y la atrocidad
que sufren los animales (Earthlings),
centran la cuestión en los procedimientos que acabarán o bien
perjudicando la salud de los consumidores, o bien causando maltrato y
sufrimiento gratuito a los animales. En ambos casos, el enfoque suele
dirigirse al procedimiento y, en ambos casos, la voluntad de cambio revela,
entonces, varias alternativas posibles, a saber, optar por un
producto que derive de un procedimiento correcto y respetuoso u optar
por prescindir del consumo de dicho producto.
Aquí entramos en un dilema al cual el veganismo (insuficientemente entendido como una reclamación sensocentrista de procedimiento) tendrá que
enfrentarse tarde o temprano porque, en ambos casos, la opción ecológica podría ser una alternativa posible de enmienda de dicho proceder y esto presenta una polémica cuestión
sobre qué entendemos como procedimiento correcto o respetuoso cuando
hablamos de carne ecológica (o leche ecológica o huevos
ecológicos). Así, muchas personas que ponen en tela de juicio el
mercado alimenticio y despiertan cierta sensibilidad respecto a la
suerte de los animales, optan por la carne o derivados ecológicos en
lugar de plantearse una alternativa vegana.
Y no es un dilema porque el veganismo presente dudas en la
determinación que defiende (la no ingesta o utilización de
derivación animal no-humano) sino porque, muchas veces, el enfoque
ético sensocentrista y animalista de sus campañas se centra, únicamente, en esta cuestión
(terrible) de procedimiento dejando de profundizar en los principios
éticos que lo fundamenta. Unos principios que tienen que ver con la
investigación del Bien en sí mismo. No me cabe duda que esta
carencia puede dar lugar a una cierta confusión o, si más no, a una
percepción incompleta de lo que es el veganismo.
El hecho de causar muerte innecesaria a los animales no-humanos
(puesto que no estamos integrados en las variables de la Naturaleza y
tenemos alternativas) ya viola, en sí mismo, un principio ético
universal. El hecho de cosificar a cualquier especie para nuestro fin
ya viola, en sí mismo, un principio ético universal. ¿Qué
principio ético? El que dispone a toda singularidad natural como fin
en sí misma, indiferentemente de la especie que se trate, ya estén emparentadas psicológicamente con la nuestra o no. Esta
cosificación por sí sola es ya un “mal en sí mismo”, al margen del procedimiento con el que llevemos a cabo dicha cosificación (si, encima, lo hacemos de manera ilimitadamente cruel y espantosa...)
Son principios des-antropocéntricos, principios éticos universales
que definen inequívocamente la determinación vegana, y con los que
no ha lugar confusión ni polémica. A pesar de esto, no se
puede negar que asumir esta estrategia de choque y concienciación
apelando a la empatía (por la semejanza sintiente) puede resultar lo
más efectivo, directo y fácil dadas las circunstancias que demandan
una urgente e imperiosa reacción ante semejante escandalosa
situación de horror y evidencia. El hecho de que, particularmente,
además tengamos procedimientos especistas, deplorables, crueles,
in-humanos, degenerados e innombrables, que causan dolor, vejación, agonía, sufrimiento
y penuria cada segundo de vida de las víctimas. El hecho de que
tales procedimientos no deberían darse, o mejor dicho, jamás
tuvieron que haberse dado. El hecho de que es inmoral dar la espalda
a esta realidad, ya que, encima, podemos imaginar ese dolor y ese
sufrimiento por ser nosotr@s tan sintientes como ellos, es algo que
está fuera de discusión.
Sin embargo, no dejan de ser denuncias de procedimientos (monstruosos).
Unos dicen ¿Por qué utilizarlos si tenemos alternativas y no es
necesario? Y otros dicen ¿Por qué dejar de utilizarlos si
cambiamos los procedimientos?, y ¿Cuál será nuestra estrategia
entonces? Si nos imaginamos a los explotadores asumiendo
procedimientos ecológicos que no causen ningún sufrimiento, donde
los animales gocen de bienestar y de ciclos completos ¿cómo vamos
a defender entonces un veganismo que se fundamenta en el
sensocentrismo? Ciertamente, sin atrocidades que mostrar, se nos
presentará algo más complejo y polémico porque el sensocentrismo
ya no nos podrá echar un cable. Si llegase este momento, quizás
significará que lamentemos el hecho de que el mundo todavía no será
vegano, pero, como mínimo, podremos celebrar alguna mejora si cesan,
al menos, tan tremendos y escabrosos procedimientos.
Tendremos que afrontar, entonces, espinosas cuestiones como el
Derecho Natural o el Derecho a la Vida y, además, de forma
des-antropocéntrica, pues ¿con qué legitimidad puede incluir el
Hombre en sus leyes el Derecho de las demás especies? ¿Con qué
legitimidad puede decidir el Hombre sobre el Derecho de las demás
especies? ¿Quién es el Hombre para otorgar o quitar Derecho a las
demás especies si está en igualdad de condiciones universales que ellas? ¿Necesitan las demás especies de los Humanos, de su política, justicia o religión, para albergar Derechos? Se hace evidente que estamos hablando de un Derecho
trascendental. Estamos hablando de un Derecho más allá de nuestra
propia especie y, por lo tanto, no relativo a nuestra especie, esto
es, Universal. Por tanto, trasciende cuestiones de derecho jurídico o político (o religioso)y, por tanto, decir que el veganismo es un movimiento político, resulta un tanto erróneo (aunque es, sin lugar a dudas, un error preferible al de cosiderarlo un movimiento religioso, claro está). El Veganismo es un movimiento fundamentalmente filosófico-ético y, la Ética (que tiene pretensión universal de razón práctica) es un instrumento que utilizan, mejor o peor, tanto movimientos políticos, jurídicos como religiosos. Pretender lo contrario, hacer de la política, la jurisdicción o la religión instrumentos de la Ética, conlleva al absurdo pretencioso de "antropolizar" el Universo, esto es, pretender politizarlo, legislarlo o dogmatizarlo. El Universo es también humano, entre otras ilimitadas posibilidades que forman parte de él, peró jamás podemos decir, sin caer en una ridícula prepotencia, que el Humano es el Universo. Tarde o temprano, este debate obligará al veganismo a limar ciertos aspectos argumentales y a plantear cuestiones Ético-morales (con correcta pretensión de universalidad) como la del
Bien en sí mismo.
No es el objetivo cambiar procedimientos... queremos que se deje de
utilizar y explotar a la Tierra y a los animales que son tan fines
en sí mismos como lo somos nosotros y como toda singularidad natural.
Cambiar el Mundo hacia un posible Reino de Fines*.
*Concepto kantiano. Fundamentación de la metafísica de las costumbres (FII, 130 (438)).
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