Desde
sabidurías antiguas el Hombre ha tenido interés por las formas
“puras”, las formas que materializan las matemáticas. Podemos
tener ya alguna referencia de usos geométricos en Sumeria y Egipto.
También es de gran interés la geometría védica (de la India) ,
China y el desarrollo tan importante de las matemáticas, en general,
a lo largo de la Cultura Griega Clásica.
Por
ser estas formas fruto de la abstracción pura, la matemática, han
tenido desde siempre una consideración “cuasi mágica”. Tal cosa
se refleja desde antiguo a lo largo y ancho de nuestras culturas, a
saber, la geometría artística Precolombina, en la Oceanía
primitiva, en la África aborigen.
Un
ejemplo de esta faceta mística de las Formas lo encontramos, por
ejemplo, en la escuela mistérica de los Pitagóricos o en el
fascinante libro del I Ching (libro de los cambios).
La
Cultura árabe fue Maestra en el desarrollo de la matemática y ya en
la Edad Media, la Escolástica guardó celosamente conocimientos y
misterios.
Esta
consideración mágica de las relaciones numéricas con el Mundo
físico, con la Realidad, con los Elementos, con las Transformaciones
tuvo un nombre en la Edad Media, a saber, La Alquimia. En la
Alquimia medieval los sabios eran los magos, la Ciencia era Magia
(el Misterio) en busca de la Razón (la comprensión y la
explicación) entre la Tierra y el Cielo, entre lo Pequeño y lo
Grande, entre lo Visible y lo Invisible. Y todavía en la
revolución Renacentista, Giordano Bruno escribirá "El Sello de los Sellos", una de sus obras menos conocidas y más hermética de
significativo contenido geométrico-mágico.
Estos
conocimientos restringidos para unos pocos se escondían entre la
superficialidad y el temor de las superchería religiosa y popular.
Una situación insufrible para los sabios venideros. Y así, el gran
mérito aplaudido por la rigidez Intelectual de la Modernidad fue alumbrar una Ciencia “limpia” de
cualquier connotación mistérica o mágica. Se cimentaron las bases
del Método matemático-experimental y así Galileo, abanderó las
matemáticas y la geometría como el lenguaje en el que el Universo
está escrito...pero desde otra perspectiva muy diferente. A través
del rigor de un método experimental, aislando causas y efectos
repetibles que permitiesen conclusiones inductivas contrastables. Y
así como Bacon buscaba todavía “las formas” a través de este
método, Galileo se limita a determinar las relaciones fenoménicas
más simples matemáticamente determinables, es decir, simplemente
establecer correspondencia entre los fenómenos y su traducción
matemática. El fin ya no es explicar los fenómenos sino establecer
su lógica matemática, comprender ya no es la búsqueda de sus “por
qués”, ni la comprensión del Sentido de las causas y los efectos
(el Sentido no es relevante) simplemente la traducción relacional
matemática de la física. Se limita a una mera función descriptiva.
Con
Galileo la “Magia” y la “Filosofía” fueron a parar al “trastero”
del Museo de la Ciencia Moderna. El modelo mecanicista fue poniendo
en “fila” a todas las ramificaciones de la Ciencia y su
desarrollo. El Misterio se aletargó entonces dentro de las“cuevas”
de textos antiguos religiosos y filosóficos a la espera de mejores
Tiempos de comprensión y disposición.
Y
es así que los modelos paradigmáticos mecanicistas se han visto
cada vez más limitados e insuficientes para poder entender las
profundidades últimas de los fenómenos. Y es así que la evolución
de la Ciencia física volvió a interesarse por las “formas”,
por la comprensión y la explicación del Universo, para buscar esa
coherencia elemental entre lo más grande y lo más pequeño... y
“mira tú por dónde” empezaron a atisbar cierto paralelismo
entre los resultados de estas investigaciones y cierto Conocimiento
dormido entre las malezas del Tiempo y sus Palabras.
En
nuestros días, a medida que un nuevo Paradigma científico va
haciéndose camino penosamente pero con contundencia, nos vamos
acostumbrando a valorar el Misterio de lo visible y lo invisible. Un
Misterio que no quiere dogma ni superstición sino que desea ser aprehendido y
comprendido. Una comprensión que busca una Explicación y un
Sentido.
Desde
esta “renacida” perspectiva, tenemos en cuenta la sutileza del
falso Vacío que “habla” y hace “vibrar”, el Sentido de las
Formas y la Energía. Sólo desde esta perspectiva podemos apreciar
la amplitud de la Ecología y de su Arte.
Y es así que la
Ciencia ha vuelto a considerar como objeto de investigación
cuantificable variables emocionales como las del cariño, la armonía,
la Integración en la mejora o deterioro de los frutos y los seres en una relación mutua. La “Magia” vuelve, pero no para perderse en el mundo de
la fantasía o la Superstición barata, fácil y superficial, sino
para abrirnos, de nuevo, nuevos Horizontes de Comprensión.
Sólo
desde esta perspectiva podemos apreciar la sabiduría que encierran
las palabras de Quico Barranco en su “Camino en el huerto”;
“En
un Huerto Jardín
Tu
Mente fluye como el agua del riego
y
tu Corazón adquiere un ritmo sosegado,
como
el abrir y cerrar de una flor.
Un
Huerto Jardín hace que
tu
Centro Emocional sea un fruto amoroso,
que
tus Ojos perciban,
vean
la luz espiritual del tomate o la salvia.
En
un Huerto Jardín
tu
Nariz aspira olores
que
bajan a tus pulmones,
calmando
la ansiedad,
y
se activa la sensibilidad creativa
a
través de tus Manos,
Un
Huerto Jardín
permite
que tus Pies reciban
la
fuerza telúrica del útero de la Madre Tierra,
armonizando
tu energía femenia y masculina,
y
que tu Cuerpo,
a
través de los poros de la Piel,
perciba
la energía vibracional,
como
la perciben las plantas cercanas a ti.
Y
todo ello hace que tu camino
en
el Huerto Jardín Vibracional
sea
una camino con Corazón.
¡Feliz
cosecha!”
Quico
Barranco
Os
animo a interesaros por Quico, por sus Conocimientos y Experiencia,
por su Trabajo, por la belleza suya y la de sus Semillas. Su forma de entender
un Huerto es la forma de entender un Universo.
Feliz
Instante!
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